jueves, 7 de enero de 2010

Vigésimo sexto día de viaje de novios (7 Enero)

Nos levantamos desganados. En el fondo somos conscientes de que esto se acaba. Paseamos sin mucho ánimo por nuestros lugares comunes, haciendo fotos al gentío que se acumula alrededor de Cathedral Square.
Picamos algo en los puestillos de la calle, recogemos las maletas y devolvemos la caravana. Después de todo el papeleo y guerrear con ellos para que nos abonasen un gasto extra que tuvimos que hacer, cogemos un taxi para el aeropuerto.
Hoy volamos de nuevo hacia Auckland. A las 6:30 cogemos el vuelo y en una horita llegamos. Se nos hace muy corto, comparándolo con lo que nos queda por pasar mañana. Llegamos al aeropuerto y hay un taxi que nos lleva directos al hotel. Es un hotel de aeropuerto; pero como mañana tenemos que volver a volar, habíamos decidido reservarlo aquí. Cenamos en el hotel, bastante bien y nos conectamos un poco a internet para no dormir demasiado y tener sueño para mañana para el vuelo.


Elena y un típico desayuno kiwi: huevos y bacon.


Rinconcito del Art Centre. Lo tienen todo muy cuidado hasta jardinera fiel.

Delante de la facultad de botánica; curioso... un ginko.


Cueta atrás para el mundial de rugby 2011, aquí lo viven como locos.


Una inmigrante irlandesa haciendo danza y sacandose unas perrillas para la final en Glasgow.

Vigésimo quinto día de viaje de novios (6 Enero)

Hoy decidimos no madrugar. Anoche no lo teníamos muy claro; pero el cansancio, el sueño y la calidad del colchón de este hotel, ha terminado por decidirnos. Por primera vez, no tenemos absolutamente nada planeado a lo largo de todo el día. Vamos a hacer unas compras, pasear y disfrutar. Se acabaron las actividades, los pases, las colas y los viajes en furgoneta.
Vamos a desayunar al Art Centre. Es un centro cultural, artesano y artístico, con algún que otro café, agrupado en lo que antiguamente era la ciudad universitaria de Christchurch. Son varios edificios con claustros, plazas y corredores que unían las distintas facultades donde se impartió clase desde principios del siglo XIX, hasta hace unos pocos años. Todo el Art Centre tiene el mismo estilo arquitectónico, con fachadas de piedra gris y verde y ladrillo rojo para los interiores. Es un sitio increíble para pasear, adquirir algo de arte y tomarte un café en una terraza. Da a los jardines botánicos de la ciudad y justo al lado está el museo Canterbury. Decidimos entrar al museo ya que nos atrae la idea de ver un esqueleto de Moa. Lo curioso de los museos de Nueva Zelanda, es que no son temáticos, o quizá la única temática que hay es Nueva Zelanda y te dan un paseo por la vida salvaje del país, la actual y la extinta, la colonización por parte de los maorís, cultura maorí, la llegada del europeo, la inmigración europea, la época colonial y terminan con arte moderno de artistas nacionales. Lo más espectacular casi siempre es el mundo natural. En este caso, daba mucha importancia a la fauna ornitológica de Nueva Zelanda (los pájaros). Los Moas, quizá los más espectaculares de las especies ya extintas, que cohabitó con el hombre, murieron hace unos 500 años antes de la llegada del europeo por la devastación de los bosques y la caza masiva por parte de los maorís. Al igual que el kiwi, era un pájaro prehistórico, carecía de los rudimentos necesarios para volar y desarrollaba pelo y probablemente cohabitó en la época de los saurios. El Albatros Royal, los pingüinos de ojos azules y amarillos, el tui, el kea, son junto al kiwi, motivo de orgullo natural en este país.
Comemos en una terraza donde nos sacan una piedra candente y la carne cruda y tú te la vas haciendo a tu gusto. Pedimos venado y canguro.
A la tarde seguimos con las compras y teniendo en cuenta que los Reyes Magos no se habían acordado de nosotros, nos hacemos algún regalo a nosotros mismos. Seguramente sus Majestades no sabían dónde ubicarnos.
A la noche vamos a un español a cenar. Teniendo en cuenta que es una interpretación libre de nuestra gastronomía, lo único español que tenía era el nombre. De todas formas, cenamos muy bien. Luego fuimos a la zona de marcha a tomar una copichuela.


Elena y el esqueleto del Kea. En el museo hay tres especies distintas entre las que está el más grande y el más pequeño.


Ambientación en el museo de una calle de Christchurch.


Art Centre. Mirad que edificios más bonitos.


Otra terraza del Art Centre. Es un lujo desayunar por aquí.


Música en directo en un pub donde estuvimos tomando una copita.

miércoles, 6 de enero de 2010

Vigésimo cuarto día de viaje de novios (5 Enero)

No llueve. El día amanece plomizo y frío; pero no llueve. No sabemos qué pasa en esta ciudad, hace mucho frío. Víctor dice que está muy al sur y como el muy al sur aquí es como muy al norte porque estamos como al revés, bueno… ya entendéis ¿no? El caso es que hemos ido a desayunar algo dispuestos a recorrer un poco la ciudad y ver que tenía; pero no nos ha gustado demasiado, hemos hecho alguna fotillo. Víctor está persiguiendo los edificios de ladrillo rojo de estilo industrial. Hemos decidido poner rumbo a Christchurch para llegar a una hora prudencial.
La carretera como siempre muy bonita, y esta vez mejor de lo que esperábamos. Además el sol, nos ha brindado con su presencia, según pasaban los kilómetros; aunque al frío le ha costado desaparecer. A unos 70 km de Dunedin, decidimos parar en una playa bastante conocida, la verdad es que es muy turística. Lo que tiene de particular es que cuenta con unas enormes piedras totalmente redondeadas. Debieron crearse hace unos 60 millones de años envolviendo en precipitaciones calcáreas pequeños crustáceos o moluscos. La erosión fluvial y marítima las ha dejado al descubierto semienterradas en la playa. Es muy curioso porque algunas parecen esferas perfectas.
Sobre las 5 llegamos a nuestro hotel en Christchurch. No poco contentos ya con aparcar la furgoneta. La tarde es soleada y decidimos pasear y hacer alguna foto. Cenamos en un sitio muy kiwi y vamos a una pequeña zona de marcha, muy chula que nos habían recomendado a tomar una cerveza y a escuchar música en directo.
El cansancio del viaje y de la carretera va haciendo mella y entre bostezos nos encaminamos al hotel.
Bueno, y nos vamos a dormir. No sabemos si sus Majestades los Reyes Magos se acordarán de que estamos aquí y nos dejarán algo cuando nos despertemos, si no, esperamos que paséis un buen rato en la cabalgata y que tengáis muchos regalitos.


Una granja de venados de las muchas que nos hemos encontrado por las carreteras... aunque las que más nos han sorprendido son las de alpacas.


Moeraki Boulders... ¿a que son muy muy redondas?


La mejor foto era cuando intentaba subirme.


Un rincon de la zona de m,archa de Christchurch.


Elena ha dado con el postre de chocolate definitivo... este era el último bocado.

lunes, 4 de enero de 2010

Vigésimo tercer día de viaje de novios (4 Enero)

Hoy decepción al canto. Teníamos preparadas dos excursiones: o ir en avioneta a los Milford Sounds que son unos fiordos del sur o en helicóptero para ir a otro glaciar, pisar hielo y pisar también los fiordos; pero ninguno de los dos planes ha podido ser por culpa del mal tiempo. En Queenstown ha amanecido soleado; pero en los fiordos llovía otra vez. Y nana nos aseguraba que mañana y pasado fuera distinto así que hemos continuado con nuestro plan.
Después de esperar a ver si por fin podíamos hacer la excursión, nos hemos puesto en camino hacia Dunedin, que es la ciudad más importante y más al sur de Nueva Zelanda después de Christchurch. El caso, es que cuando hemos llegado, todo estaba a punto de cerrar y además hacía muy mal tiempo. Con los abrigos y el paraguas, hemos dado una vuelta e intentado disfrutar de la arquitectura anglosajona del siglo XIX que nos ofrecía la ciudad. Dunedin Dùn Èideann, el nombre de Edimburgo en gaélico escocés. Aquí todo es muy propio de Escocia… hasta la lluvia.
Después hemos ido a cenar a un restaurante que hemos encontrado donde por fin hemos podido probar un plato de marisco de Nueva Zelanda. Aquí el marisco es muy bueno, y muy barato; pero no habíamos encontrado todavía un sitio donde lo cocinasen. Lo hemos acompañado de un Riesling dry. Después prontito al hotel, porque además de que estamos cansados, todo está cerrado. ¿Qué hará esta gente a partir de las 5?


Víctor posando en el restaurante donde cenamos. Estuvo aquí cuando vino y se lo encontró cerrrado, así que tenía la ilusión de volver.


Estación de tren de Dunedin. Una joya arquitectónica.


Elena posando.


Víctor catando de casual. ¿A qué le he sacado fenomenal? Esta vez dice que tiene una dominante muy amarilla.


Pedazo de plato de seafood.

Vigésimo segundo día de viaje de novios (3 Enero)

Como si fuera una maldición, la lluvia, sigue persiguiéndonos. Ha llovido a mares toda la noche, así que la idea de coger una avioneta y ver los Mildford Sounds la hemos tenido que posponer; así como todas las actividades de aventura que ofrece Queenstown.
Nos hemos levantado sin prisa, desayunado con parsimonia y cuando hemos pensado que la mejor idea era visitar la zona vitivinícolal Central Otago, a Víctor se le ha iluminado la cara y ha dejado de poner la cara de perro que pone siempre que llueve.
Hemos visto un par de bodegas. Aunque no ha habido tanta suerte como en Waipara y nos hemos limitado al tour turístico que nos imponían. Afortunadamente, nos hemos escapado por un par de viñedos y hemos comido en una bodega mientras se arreglaba maravillosamente el día, algo que ya nos ha dejado de sorprender.
Hemos pasado por el puerto de Queenstown, hecho un par de compras y cuando ha atardecido, nos hemos subido en la góndola Cable Car, que viene a ser un teleférico. La vista que se veía desde arriba era simplemente espectacular, ninguna de las fotos que adjuntamos hace justicia. Tenía el atractivo añadido de que arriba del teleférico tenía un telesilla que te subía más arriba aún y bajabas como en una especie de kart. Ha sido muy divertido, además anochecía y ha sido realmente muy bonito. Bajamos a tomar unas pizzas en un italiano y a dormir que mañana tenemos que madrugar.

Víctor entrePinots.


Subiendo a casa. Vaya vistas.


El cable car supuso todo un reto a los mieditos de Elena de subir tan arriba.


Elena motorizada. Parece que baja muy rápido; pero...


Una vista de Queenstown, parte del lago y los Remarkables al fondo.